Conectarse con el alma
y su perfecto latido,
va más allá de la mente:
sólo puede ser sentido.

Y es como entrar suavemente
en un mar sereno y manso,
y descubrir que has hallado
el verdadero descanso…,

…donde no hay desequilibrios…,
donde no hay desarmonía…,
¡tan sólo el beso sin labios
de otra clase de energía!.

Y te percibes inmenso,
sin límites, sin fronteras,
en un espacio sin bordes,
sin adentro… y sin afuera…

Allí “sabes” dulcemente,
que eres eterno, intocable,
pues podrán cambiar “los trajes”,
¡pero “el Ser” es inmutable!.

Y sientes en el santuario
de ese silencio interior,
que estás hecho adentro tuyo,
de paz, de luz y de amor…

Y luego, al volver al mundo,
retornas con tal pasión,
que dejas que la alegría
le de brillo al corazón,

y a cada cosa que llega
le haces una reverencia,
porque la estás viendo ahora
desde tu Divina Esencia.