Tienes tu Mente Maestra
que te hace posible el don
de elegir (como una muestra),
tu pensar y tu emoción.
Y además tienes tu Alma
que te aconseja seguido,
en esas horas de calma
en que le pones tu oído.
¡Ya no puedes pretextar
que te hallas abandonado,
sin nada por qué soñar,
confuso y desorientado!
El mundo, aún con sus aristas,
¡es un escenario hermoso,
si eliges verlo altruista
en lugar de defectuoso!
Y te brinda, ciertamente,
la oportunidad aquí,
¡de revelarlo realmente
al diamante que hay en ti!
Más tienes todo el derecho
de desechar tal tesoro,
(¡que se cotiza, de hecho,
muchísimo más que el oro!)
Y puedes obviar tal eje
si es que no te atrae, acaso,
¡pero después no te quejes
por ese “bajar los brazos”!
Pero si usas en la Vida
tu maravilla guardada,
podrás pasar sin heridas….
¡y sin que te ofenda nada!
“¿Qué no me ofenda por nada
está diciendo este hombre?
¡Es tan grande esa bobada
que hasta logra que me asombre!”
Piénsalo otra vez de nuevo,
porque la dicha te aúpa
y el pesar pide relevo…
¡cuando nada te preocupa!
Al sentir que esta existencia
es sólo un peldaño más
de una escala que en su esencia…
¡no se termina jamás!,
pasas a verla con gozo,
con fulgor, con alegría,
¡en ves de cavar un pozo
dónde caer cada día!
Siempre eres TÚ el responsable
de elegir (o no) la dicha,
(¡aunque a veces, con un cable
te ligues a la desdicha!)
Y no es “un golpe bajo”
lo que ahora voy a expresar:
¡es por si ansías un atajo
que te haga por fin cambiar!:
si sabes que estás de paso
en esta existencia breve,
y que eliges TÚ, en tu mazo,
ser un naipe denso… o leve…,
cuando llegue tu partida…
¿qué será lo que dirás:
“¡por fin me voy de esta vida!”,
o “¡fui feliz…, marcho en paz!” ?