Si se te vuelve pesado
transitar por el planeta,
y acaso ninguna meta
te hace sentir inspirado…,

y deseas con el alma
que el tedio y la pesadez
dejen lugar de una vez
a la alegría y la calma…,

respira hondo, profundo,
y al exhalar, que tu aliento,
se lleve ese desaliento
que te ha provocado el mundo.

Con otra respiración,
libera toda la carga
de esa angustia que te embarga
y aflige tu corazón.

Siente, percibe, imagina
que ya estás limpio por dentro,
y que de tu propio centro
brota una luz diamantina.

Luego inhala suavemente
sus partículas brillantes,
y deja que cual diamantes
irradien resplandecientes.

Y siéntete allí repleto
de una vibración tan alta,
en la que nada te falta…
¡porque ya te hallas completo!

Rendido ante la energía
de Quién Tú Eres realmente,
se esfuma completamente
todo atisbo de apatía.

Tu percepción se ilumina
de una manera muy bella,
como si un brillo de estrella
descorriera una cortina.

Y ves, -con la claridad
con que se ve al mediodía-,
algo que no percibías
sumido en la oscuridad:

¡que no arribaste a la Tierra
a enredarte en ansiedades
y el sin fin de nimiedades
que a veces la Vida encierra!.

Has venido aquí, mi amigo,
con una sola premisa,
y una misión muy precisa,
(¡y de ello tu alma es testigo!):

colocar -a la manera
de virtual bilocación-,
un pie en quinta dimensión,
y el otro aquí en la tercera.

Y hacer así tu trabajo,
tu tarea primordial,
que es volverte angelical…,
y reflejarlo aquí abajo…