Tienes de Luz una esfera
que nace en tu corazón,
y a partir de tu Intención
se expande hasta donde quieras.

Puedes dejarla pequeña,
un micro punto esencial,
o volverla sideral
cuando del cosmos se adueña.

¡Es tuya, tan solo tuya,
Divino Ser Luminoso,
para llenarte de gozo
cuando su canto te arrulla!

Esta esfera se entreteje
de un electro magnetismo
tan poderoso en sí mismo
que te eleva y te protege.

Su bioplasma es un portento
tan bello como sutil,
que te cuida andando a mil,
como andando a paso lento.

Y si hasta al crecer la grama
un “algo” etéreo la anida,
también así a ti te cuida
esa fotónica trama.

Por eso en tus horas grises,
-porque aún somos humanos-,
lleva a tu pecho tus manos
y pide por sus matices.

Y notarás enseguida
de una manera instantánea,
tan pura como espontánea,
¡que Ella ilumina tu vida!

Porque te quita las vendas
cuando en lo oscuro caminas,
y suaviza las espinas
que aparecen en tu senda.

Cual si salieras de un pozo
dejas atrás el lamento,
y disfrutas del momento
embanderado de gozo.

Y ante su fulgor los baches
ya se irán discontinuando,
y en tu cartilla, esperando,
habrá otro tema que taches.

Y notarás si te lleva
a una vibración muy alta,
que el que está cerca se exalta
¡porque también a él lo eleva!

¡Bendito eres, Ser de Luz,
que te vuelves cristalino,
y en ese Espacio Divino
se esfuma tu vieja cruz!

Pues tu Claridad, amigo,
va contigo con unción,
y así en cada encarnación,
¡de tu crecer es testigo!,

Y así seguirás con Ella
hasta tu Magno Bautismo:
ese día en que Tú Mismo
¡te volverás una estrella!