La realidad que aceptas, la crea tu aceptación:
¡tu aquiescencia realmente es energía creadora!,
y aunque te cueste verlo, eres Dios en Acción,
desplegando tu magia en el eterno ahora.

Tu mente y la existencia son una misma cosa,
¡así es tu pensamiento de potente y fecundo!:
si te ves cual criatura inerme y temerosa,
así tú lo decretas, y así será en tu mundo.

Creer en lo que temes es lo que le da vida:
¡el sufrimiento es siempre “elección personal”!,
pues la energía en que vibras en forma repetida,
es algo que tú eliges con tu actitud mental.

Tú eres el alquimista de tu propia existencia:
tan grande o tan pequeño como decidas serlo,
y si acaso no actúas ese rol a conciencia,
es sólo porque eliges, mi amigo, ¡no ejercerlo!.

Y el oro de la alquimia tiene un nombre: “certeza”;
su contraparte, el plomo, tiene otro nombre: “duda”,
la primera te activa en toda tu grandeza,
la segunda te frena, te limita, te anuda.

¿Me preguntas que cómo hacerte del timón,
y plasmar en tu vida tus sueños más fervientes?:
hay una sola forma: tomar la decisión,
profunda, inquebrantable, ¡de mandar en tu mente!.

¡Mantén constantemente pensamientos brillantes,
porque eso en lo en lo que piensas se vuelve tu experiencia!;
no lo dudes, amigo, ni por un solo instante:
lo que en tu mente alojas…, ¡hace la diferencia!.

Estás entrando a un tiempo donde todo es posible,
y si ansías que tu vida se vuelva, de verdad,
la página más bella de un libro indescriptible,
entonces hazte cargo: ¡tú creas tu realidad!.