Me preguntas, amiga,
por qué te cuesta tanto,
-tanto dolor y llanto-,
ser un poco feliz,
como si cada vez
que tu vida florece,
“algo” siempre aparece
para tornarla gris.

¿Sabes, amiga mía?
cada golpe que llega,
te duele cuando pega
en el alma y la piel,
pero al cabo de un tiempo
percibes sus lecciones,
y agradeces los dones
de ese percance cruel.

Ya sabe el corazón
que en cada encarnación
nunca nada es casual,
ni tu bien ni tu mal.

Cuando en lo que has vivido
se pose tu mirada,
y pienses amargada:
“por qué ese padecer”,
intenta ampliar tu enfoque,
y en un solo destello
verás que fue por ello
que aprendiste a crecer.

Cuando sueltas las dudas
que a tu fe la corroen,
sientes que todo cobra
sentido para ti,
y ves que esos tropiezos
que tomabas por “Noes”,
te los puso la Vida
para decirte “Si”.