Naces y creces…, pasas tu infancia…,
luego transitas la adolescencia…,
después te llega la juventud…,
te capacitas…, buscas pareja…

Ya siendo adulto formas familia…,
crías tus hijos…, vas al trabajo…,
y haces, mi amigo, lo que hacen todos,
mientras pretenden ser “sólo humanos”…

Pero sucede que en ciertas noches
cuando hacia el cielo mirando estás,
“algo” susurra muy dentro tuyo:
“esto no es todo…, hay mucho más…”

Y eso que añoras sin darte cuenta
es el reflejo de Lo Esencial,
una nostalgia que te susurra
sobre tu eterna Luz Primordial.

Y es que tu alma viene de lejos,
de un Plano donde lo Excelso mora,
porque tú eres una embajada
de la divina Fuente Creadora.

Y aunque pudiesen pasar milenios,
una antigua y oculta memoria
continúa llamándote hoy día,
desde el fondo de luz de tu historia.

Y te recuerda que como Esencia,
tan despojada como inocente,
descendiste hace mucho a este plano,
camuflado en un disfraz de gente…

Muchos eones han transcurrido,
innumerables aprendizajes
que has ido, amigo, coleccionando
en tantas vidas, y en tantos trajes…

Pero ya es hora de que procedas
a abrir las puertas del corazón:
juntar razón con sentimiento
cambia tu modo de percepción.

Percibes “lo real” de otra manera,
y se despliega en ti tu “otra” Presencia:
ese estado de ser suprahumano
de elevada y radiante conciencia.

Desaparecen críticas y juicios
ante el distinto, ante el diferente,
porque al unirte con tu Yo Alma
en vez de muros fabricas puentes.

Y el miedo antiguo se vuelve amor,
y la ignorancia, sabiduría;
donde hay conflicto, pones piedad,
y donde hay ruido, tu melodía.

Y así vas resolviendo contratiempos
de un modo tan veloz e inusitado,
que por momentos te quedas perplejo:
¡es la intuición en ti que se ha activado!

Y a medida que más se potencia,
que más se estabiliza y consolida,
un hermoso Sentir Universal
te vuelve Uno con toda la Vida.

Y te hace sonreír con gran ternura
cuando le oyes decir a algún hermano,
justificando sus fallos y errores :
“¿qué quieres que haga…, si soy ¨sólo humano¨…?”.