El drama, a cada rato se presenta en tu vida…
-a veces, con estruendo…y a veces, de puntillas…-,
y con cualquier pretexto…¡siempre le das cabida!,
¡como si te gustara ponerte en figurillas!

Cuestiones de abundancia…, cuestiones de pobreza…,
cuestiones de salud…o de tus relaciones…,
cuestiones de autoestima…, cuestiones de belleza…,
cuestiones con tu Credo…, ¡siempre…siempre…cuestiones…!

Y el drama te distrae…, te aleja de ti mismo…,
ocupa tu energía…, absorbe tu atención…,
evita que te enfrentes cara a cara a tu abismo:
¿¡que sería de tu vida sin tanta “distracción”…!?

Siempre…siempre corriendo tras de esa zanahoria,
que está frente a tus ojos…, balanceándose…
y toda tu energía girando en esa noria,
inexplicablemente desperdiciándose…

Pero…¿qué pasaría si soltaras tu drama…,
-ese estímulo falso que te hace sentir vivo-,
y te desconectaras de su hipnótica trama…,
de su adicción falaz…, de su oscuro atractivo…?

¡Pasaría, compañero, que entrarías en contacto
con eso tan sublime que subyace detrás…!,
ese espacio sereno que se mantiene intacto…,
¡ese que siempre has sido…y que siempre serás…!:

Ese espíritu puro…tu verdadero Ser…,
hecho de plenitud…de gozo y perfección…
(ese que anteriormente tu te impedías de ver,
pendiente como estabas del drama y su ilusión…)

Y dejarías que todo simplemente acontezca,
-como en el árbol crecen suavemente las ramas-,
aunque en vez de las ramas…¡tu serías el que crezca,
al hacer a un costado la hipnosis de tus dramas!

¡Y allí te darías cuenta de que lo tienes todo!
(¿¡que puede haber aparte de tu Divinidad…?!),
y moldearías, hermano, tu vida de tal modo,
¡que serías una Fuente de amor y de bondad…!

Comprenderías entonces que tu Ángel Dorado…,
tu Yo más verdadero…, tu más sublime Amigo…,
a través de los tiempos…, caminando a tu lado…,
jornada tras jornada…¡siempre estuvo contigo!