Alma sagrada, Alma indivisa,
el mundo entero hoy te precisa.
Tú, ser amable, benevolente,
llevas por dentro la Luz de la Fuente
y te aseguro que en el calvario
que hay en la Tierra, ¡eres necesario!,
pues cada cuita que atravesamos
en cada senda por la que andamos,
hace que a veces nos confundamos.

Todo aquí es frágil, es provisorio,
y hasta parece ser ilusorio,
como un ocaso de verano,
o como el agua entre las manos,
tan momentáneo por lo fugaz,
que está un momento… ¡y no está más!,
y es este tiempo de turbulencia,
-tan engañoso en su apariencia-,
el que reclama de tu Presencia.

Y es que tras su aire de cosa vana,
discurre un hilo que todo lo hilvana,
un filamento de oro y de cristal,
desde La Fuente de Lo Celestial.

Y no precisas pulir tu lente,
pues es tu brillo más que suficiente,
que si en la esquina centellea el farol,
así reluces como un mini sol.

Si a lo que piensas, ahora lo eliges,
¡entonces nada, nada te aflige!,
y así tú plasmas las condiciones
para elevarlas a tus vibraciones.

Así ese brillo que llevas dentro,
al verlo al otro, ¡sale a su encuentro!,
y de esa forma, sin altavoces,
muestras a todos que también son Dioses.

Y tu palabra, dulce y calmada,
será en invierno la mejor frazada,
y en el verano la Luz de tu Alma,
será agua fresca que la sed les calma,
pues vibrando alto, tú, de verdad,
eres quien creas esa realidad.
¡Y es tan hermoso vivir forjando
ese escenario al ir andando,
que hasta las aves te van saludando!

¡Vamos, amigo, con tu Intención,
de tu existencia toma tú el timón!,
y deja entonces que tu Alma bella
brille tal como lo hace una estrella,
en cada cielo, a cada momento,
abriendo surcos en el firmamento,
y así apartando cualquier vieja cruz,
a la manera de un nuevo Jesús,
ve por la vida repartiendo Luz.