¿Qué música transmites, querido camarada?
¿Qué notas va irradiando tu vibración interna?
Porque aunque en este plano tu vida sea acotada,
a pesar de lo breve…, ¡tu melodía es eterna!
Por eso es que te insisto: ¿cuál instrumento encarnas
mientras aquí conformas la Orquesta de la Vida?
Porque “ese tú” que eliges cada vez que reencarnas,
ya lleva en sus arpegios tu nota agradecida.
¿Será que representas un arpa…, un bandoneón…,
o quizá una guitarra…, tal vez una trompeta…,
un piano…, unos platillos…, un chelo…, un saxofón…,
un violín…, una flauta…, un bombo…, una corneta…?
Aunque “pensando en grande” puedes ser ese artista
en el que en ti confluya todo lo dicho junto:
una especie de genio…, un multiinstrumentista…,
¡la Sinfónica Excelsa que lo eleva al conjunto!
Y es que en definitiva, siempre vale la pena
el vivir elevando, (cada cuál a su modo),
las vibraciones propias junto con las ajenas,
¡porque es así en conjunto como crecemos todos!
¡Y es tu Música Interna la que más lo propicia!:
cuando vas por la vida irradiando armonía,
y a todos los comprendes, y nada te desquicia,
¡estás dándole al otro tu mejor melodía!
(Y aunque el mundo esté oscuro y con truenos violentos,
o se halle pacifista y en amorosa calma,
tú igual seguirás siendo ese Gran Instrumento,
a través del que emanan… ¡los Arpegios del Alma…!)