Soy sustancia sin cuerpo,
un alma sin envase,
un espíritu puro
que no muere ni nace.

Y a veces entro al juego
de las encarnaciones,
y al fabricarme un karma,
lo juego por eones.

Y allí, ya encapsulada
en un traje mi Esencia,
una vida tras otra
se expande mi conciencia.

Pero preso del tiempo
todo se hace cansino:
¡el “ensayo y error”
es un lento camino!

Tras muchas existencias
de éxitos y fracasos,
aparecen las dudas
para orientar los pasos.

Y sientes que los “logros”
ya no te atraen tanto:
es un sabio Maestro,
¡muy sabio!, el desencanto…

Lentamente se cae
de tus ojos la venda,
y objetivos más puros
destellan en tu senda.

Y así, al ir logrando
subir la vibración,
comienza, muy despacio,
la anhelada reunión.

Y es que cuando se eleva
la matriz en que viajas,
se va desvaneciendo
la vibración más baja.

Se adelgaza el apego,
decrece la ambición,
y esas ansias constantes
de auto validación.

Empezamos a vernos
partes de “algo mayor”,
y vamos descubriendo
otro nivel de Amor.

Y entonces, gradualmente,
la elevada frecuencia,
lo hace a un costado al ego…
¡y atrae a La Presencia!

Y vamos reemplazando
la personalidad,
por nuestra verdadera,
Divina Identidad.

Y tal vez te ha pasado
de anhelar una lumbre,
y creer encontrarla
al trepar a una cumbre…,

para comprender luego
que eso que fue a tu encuentro,
ese fulgor divino…,
¡ya lo llevabas dentro!

¡Porque eso es lo que somos!:
Luz Pura de La Fuente,
que al llegar al planeta
se disfraza de gente.