¿Vieron, compañeros, que todos los maestros canalizados en los últimos años,
coinciden en la enorme importancia del SISTEMA DE CREENCIAS que
sustentamos, como constructor de nuestro túnel de realidad?

Quizás ustedes también estén plenamente concientes de ello, pero a la
hora de querer «reconfigurarlo», tal vez tengan dificultades y se
pregunten cómo hacerlo.

A lo mejor pueda servirles, en ese sentido, esta experiencia que
atravesé hace ya algunos años años, durante el tránsito de mi
adolescencia hacia la juventud.

En ese entonces, me dediqué a analizar porqué algunas personas
parecían conseguir lo que deseaban con gran facilidad, mientras que a
otras nos costaba muchísimo.

Fue así que tropecé con dos «descubrimientos», que a lo largo de mi
vida resultaron ser útiles y eficaces.

En primer lugar, observé que los «ganadores», se IMAGINABAN en
posesión de lo que querían (ya sea un objeto, una actitud, una
cualidad, una relación…lo que fuese), con absoluta NATURALIDAD:
ello es, sin esforzarse ni premeditarlo -simplemente, sienten que LES
CORRESPONDE conseguirlo, lo ven como algo lógico y natural,
serenamente convencidos de ello -.

Y entonces, sin haberlo «trabajado mentalmente» de manera alguna,
sencillamente van y lo logran (la realidad se amoldó a su sistema de
creencias: ME CORRESPONDE, ERGO, LO CONSIGO).

El resto (nosotros), DUDAMOS en poder conseguirlo, y la realidad nos
contesta como en un espejo: ¡TE COSTARA LOGRARLO! (y una vez más, el
sistema de creencias nos «juega en contra»).

Primer “principio” que pude deducir, entonces:

«…PORQUE NO LO CREEMOS POSIBLE, NO NOS PONEMOS A IMAGINARLO…,
Y PORQUE NO NOS PONEMOS A IMAGINARLO, NO LO HACEMOS POSIBLE…»

Parecía entonces que el camino, sencillamente, consistía en empezar a
imaginarnos en posesión de aquello que anhelamos, hasta crear
(artificialmente) , la CONVICCION, la CERTEZA, la CREENCIA, de que
ello nos correspondía y que era fácil su obtención.

Alborozado con ese «descubrimiento», comencé mi práctica imaginativa
enfocada a un logro específico: superar mis inseguridades de
entonces, la falta de confianza en mí, y la molesta sensación de «no
encajar en ninguna parte».

Fue así que empecé a visualizarme seguro, confiado, sonriente y
sereno, desenvolviéndome con aplomo y soltura, y poniendo bajo
control a las diferentes situaciones de la vida.

¿Y que pasó entonces?

De inmediato surgió la vocecita socavadora del subconsciente: «Te
estás mintiendo», «vos sabés que no es cierto», «lo estás
inventando», «la realidad es que no confiás en vos»…y así
sucesivamente. ..

Fue tan y tan insistente, que al fin hice lo mismo que tantos otros
exploradores de estos temas como yo: descorazonado, abandoné
prematuramente la partida.

Pero no terminaba de aceptar que la experiencia finalizara así:
frustrada, irresuelta…

Y me pregunté que pasaría si hacía lo mismo que ella (la vocecita);
es decir, insistir, insistir, insistir…

Decidí probar, y vean la secuencia de lo que pasó: al principio, todo
igual: yo visualizándome seguro y aplomado, y ella diciendo que era
todo falso.

A los pocos días de continuar como si no la escuchara, empezó
a «suavizar» su mensaje negativo: «Si…tenés cosas buenas…no lo
voy a negar…pero igual tu vida será un fracaso…»

En los días subsiguientes de práctica, moderaba cada vez más su
postura inicial: «puede ser…con el tiempo…quien sabe…»

Y al cabo de algunas semanas: «sí,…te sentís más seguro…más
sereno…pero. ..», hasta que finalmente acabó desapareciendo: se
había integrado la nueva programación de manera natural a la «bolsa de
datos de la memoria», al «disco duro» de la computadora cerebral, y
el nuevo comportamiento fluía espontáneamente, sin traba alguna.

Este proceso, entonces, me permitió deducir un segundo “principio”: el de la «familiaridad progresiva» con la nueva creencia, hasta su completa asimilación.

Mucho tiempo después, pude verificar que aquél conocimiento intuitivo, era convalidado científicamente por la neurociencia, cuando nos dice que tenemos unos circuitos cerebrales y una química que nos condiciona, pero que podemos construir nuevos circuitos “…usando el neocortex de nuestro cerebro, de manera que varíen también los neuropéptidos, y otras sustancias transmisoras…”.

Y también nos explica que “…si hacemos algo nuevo cada día de manera distinta, y mantenemos esos cambios conductuales durante un tiempo mínimo, se transformarán las substancias químicas que produce el cerebro en una situación determinada”.

Pero además nos aclara que debemos tener en cuenta que este proceso, produce incomodidad,
y que por eso solemos evitarlo: “Como somos criaturas de ¨neurohábitos¨, al interrumpir la química cerebral habitual, se produce un período intermedio sin sensación, al que asociamos con el miedo, y por el que preferimos ¨dejar todo como está…, aunque no nos guste…¨ ”.

Y que al llevar a cabo un entrenamiento mental de las nuevas habilidades que deseamos adquirir, siempre “…hay que seguir ¨un poco más¨, porque ese poco más…, ¡es el que te puede cambiar la identidad!”(¡justo lo que yo hacía de manera intuitiva…!)

El enlazar este conocimiento, con lo que la física cuántica nos viene diciendo hace bastante tiempo, (en el sentido de que la realidad “allí afuera”, no existe como algo independiente de nuestra mente, sino que la creamos nosotros de instante en instante…), …me da pié, compañero de viaje, para exhortarte entonces amablemente:

“¡Hacé de tu vida, amigo,
la más hermosa creación…!,
¡pensamiento a pensamiento…!,
¡vibración a vibración…!”