¿¡Por qué, Señor, esto me pasa a mí…!?
“Porque necesitabas algo así…”

¿¡Pero es preciso tanto padecer…!?
“Es que esa es tu manera de aprender…”.

¿¡No se puede aprender con alegría…!?
“Sí…, pero te falta todavía…”.

¡Cuéntame qué me falta…, te lo ruego!
“Cultivar en tu vida el desapego…”

¿¡Y qué conseguiré si lo cultivo!?
“Que de los dramas no serás cautivo…”.

¿Y algo más obtendré de esa experiencia?
“Sentirás dentro tuyo Mi Presencia…”.

¡Mira que de buscarte estoy cansado!
“Pero en tu corazón…¡no me has buscado!”.

¿Qué le dirías al que se estancó?
“¡Que lo ame todo… como lo amo Yo…!”

¿¡Cómo puedo sentirte más cercano!?
“Contemplando mi Rostro en cada hermano…”.

¿¡Hay un modo de rozar tu Epifanía!?
“Expandiendo tu conciencia cada día…”.

Y si lo hago, Señor… ¡¿vendrás a mí!?
“No puedo ir…, ¡porque ya estoy allí!”.