¿Por qué lloras, amiga…?, ¿qué te sucede, hermano…?,
¿tienes el alma triste…, te duele el corazón…?
¿Puedo darte un abrazo…? ¿Puedo tomar tu mano,
y acompañarte en medio de tu desolación…?

Te prometo quedarme inmóvil y callado,
respetando en silencio tu profundo dolor…,
no te hablaré de nada de lo que te ha pasado:
voy a quedarme mudo…, sólo irradiando amor…

Cada vez que el Destino sus designios imparte,
ya sabes que transita sendas inusitadas,
y tal vez utilice la paz que intento darte,
para tocar tu alma… y cambiar tu mirada…,

Y a lo mejor…, quién sabe… tu pena se disipe…,
quizás, en una de esas…, el sol vuelva a salir…,
tu oscura perspectiva tal vez se modifique,
y una nueva energía te lleve a sonreír.

Y acaso al disolverse tu sentimiento amargo
-tal como se derrite la nieve bajo el sol-,
el Ángel que te habita salga de su letargo,
y encienda nuevamente la luz de tu farol.

Por eso, hermana triste…, hermano lastimado,
tú que tienes el alma transida de dolor,
déjame que me acerque suavemente a tu lado,
¡que a todas las heridas… las suaviza el amor…!