Después de tantas y tantas vidas
como Alma Antigua sobre el planeta,
se va cerrando la vieja herida
de una existencia siempre incompleta.

Y hoy finalmente te vas librando
de tus cadenas de densidad,
y lentamente vas ingresando
en otro Orden de Realidad.

Igual que a Alicia ante el espejo,
lo portentoso te toca el hombro,
y allí te quedas, mudo y perplejo,
la boca abierta de tanto asombro.

Líneas de tiempo desconocidas
ahora se te abren como mil manos…,
¿serás “tú mismo” en otras vidas?,
¿yoes que habitan en otros planos?

Son como vórtices fluctuantes
que están pendientes de tu accionar,
cual si oscilaran, tenues, flotantes,
según tu modo de parpadear.

Y en locos giros de serpentinas,
-verde esmeralda, rojo rubí,
azul zafiro, luz diamantina-,
danzan su danza solo por ti.

Y al ir probando, un poco a tientas,
te llega allí una intuición:
la que más brilla y se incrementa,
¡es la que atraes con tu atención!

Y ella parece querer decirte
de una manera paradojal,
“puedes sentirme…, o puedes irte…:
¡eliges tú el Punto Focal!”

Si allí pensaras “¡¿cómo te siento?!
¡Dame una pista, alguna clave!”,
te llegaría un presentimiento:
“¡en tu conciencia está la llave!”

“Porque en un juego de cien partidas
que juegas en simultaneidad,
te multiplicas en muchas vidas
mientras caminas a la Unidad”.

Y como Alicia ante el espejo
en ese instante puro y sagrado,
sabrás al verte en tu reflejo,
que eres quien Crea…, y Lo Creado…