¡No te ofendas con la vida!,
las cosas son como son:
a veces causan deleite…
y a veces desilusión…

Y el modo en que el otro actúa
-para bien o para mal…-,
no tiene que ver contigo
ni es asunto “personal”.

Sencillamente sucede
que andando por su existencia,
cada persona refleja
su sistema de creencias.

Por eso si los demás
en algunas ocasiones
no actúan como tú esperas…,
no caigas en decepciones…

“Me usan y me descartan…”,
“eso ya no lo soporto…”,
“ni siquiera una llamada…”,
“se ve que no les importo…”.

Puedes reprocharle al Cielo,
y pasarte horas quejando
y llorar por los rincones…,
¡y el mundo igual sigue andando!

Desde que la Tierra es Tierra
nada hay nuevo bajo el sol,
y hay cosas que simplemente
escapan a tu control.

Y por eso es que es de sabios,
no aguardar que los demás
se amolden a tus deseos,
o bailen a tu compás…

¡Olvídate de “tus” reglas
y acéptalos como son!,
y evitarás de ese modo
ir de “reacción en reacción”…

De esa forma, adentro tuyo,
no hay rechazo emocional:
no criticas… ni prejuzgas…,
¡y nada te cae mal…!

Y al no esperar ya más nada,
impides las decepciones,
y su corte inseparable
de enfermedad y tensiones…

Habrás de sentir entonces
que al cambiar tu percepción
¡un alivio indescriptible
se adueña del corazón!

Y verás de un modo claro
allí, que efectivamente
¡nada puede perturbarte
cuando tú no lo consientes!

Y de esa forma, al volverse
tu actitud más distendida,
¡ya nunca más, compañero,
te ofenderás con la vida…!