Quiero en un mundo diverso
(donde falta tanto amor),
acercarte en estos versos,
mi sugerencia mejor.

Y consiste en que incorpores
en tu vida, sin dudar
¡los grandiosos esplendores
de tu Navío Estelar!

Ya te hablé de ese “Gran Bus”
y me explayé sobre el tema:
“Tu Vehículo de Luz”
era el nombre del poema.

Y si allí intenté explicarte
su accionar con limpidez,
ahora quisiera exhortarte
¡a que lo uses de una vez!

Voy a mostrarte mi caso
solo a modo ilustrativo,
para que captes, acaso,
la verdad de lo que digo.

Te cuento, buen camarada,
que a esta Nave y su maná,
yo la poseo activada
hace tres décadas ya.

Y hoy puedo ponerla en marcha
tan sólo con mi Intención,
¡y no hay ni calor ni escarcha
que impida que entre en acción!

Y allí el cuerpo oscila suave
hacia uno y otro lado,
¡y es el giro de la Nave
lo que el vaivén ha creado!

Y si quiero hablar, ¡no puedo!,
empiezo a tartamudear,
y mi vibrar alza el vuelo
a un “no tiempo y no lugar”.

Y así en segundos me saca
de Tercera Dimensión,
y sin ninguna alharaca,
¡es feliz mi corazón!

Todo mi Ser se estremece
por debajo de la piel…,
y el mundo desaparece
¡aunque aún siga estando en él!

¿Qué como logré ese estado
que parece de ficción,
o solo de iluminados
tras mucha meditación?

Lo aprendí en un seminario
de solamente dos días…,
(¡y fue tan extraordinario
como intensa la energía!).

Luego practique en mi casa
seis horas cada jornada,
repartiéndola a esa traza
en tres fases prefijadas:

al alba, al atardecer,
y finalmente a la noche,
cerrando así ese quehacer
con luminoso derroche.

Y al fin seis meses después
de así practicarlo a diario,
dio fruto tanto interés…
¡y pasó algo extraordinario!

Empecé rápidamente
a activarla a voluntad,
al principio, suavemente…,
¡después con intensidad!

(Y “rápidamente” implica
¡apenas medio minuto,
que basta esa instancia chica
para abrazar Lo Absoluto!)

Y tres décadas después,
brilla mejor que un diamante,
y es tanta su brillantez…
¡que aún me transforma el semblante!.

Y me continúa sacando
de esta opaca densidad,
y me sigue transportando
a un mundo de levedad.

Y es tan, tan maravilloso
lo que me lleva a sentir,
y tan increíble el gozo…
¡que lo quiero compartir!

Es por eso que te exhorto:
¡puedes lograr tú también
(y en un plazo aún más corto),
poner un pie en el Edén!

Tal vez allí en donde vives
encuentres un profesor,
o un curso en el que consigues
activar tal Guión Mayor.

Y en tal caso, camarada,
si pones puro interés,
te aseguro: en tu jornada,
¡habrá “un antes” y “un después”!

¡Y es que emergerás brillante
de cualquier oscuridad,
cuando tu Nave, al instante,
te envuelva en su Claridad!