Esta “autosugestión guiada”, amigos, se hace en lo posible durante los 5 minutos que dura.
Debe seguirse la respiración como lo marca el sonido de la inhalación -por la nariz- y de la exhalación -por la boca- en el relato: este tipo de respiración profunda es muy reparador y revitalizante.
Es decir, que mientras tú repites mentalmente y con convicción lo que mi voz va diciendo, tu respiración “copia” y se superpone con la mía, y con los mismos tiempos.
Debes hacerlo con plena atención y total conciencia “del hecho en sí”, sin dejar que la mente divague (¡son sólo 5 minutos!).
En el universo de las técnicas meditativas, se entiende que la inhalación es siempre una acción “contractiva” (hacia adentro), mientras que la exhalación es “expansiva” (hacia fuera).
De allí que las cuatro frases de la rima, se pronuncian mentalmente una con cada exhalación, atento que todas ellas hablan de “expandir” (el aire fuera del cuerpo, el río de luz en las células, y el gozo extático en todo el ser).
El efecto de esta sencilla práctica es muy poderoso, ya que combina la relajación, el llamado a tus células para que se iluminen (y no dudes que ellas escuchan la voz “del jefe”, y responden a la convocatoria), la visualización de todo tu ser traspasado de luz, la fuerza de la palabra repetida mentalmente, y el poder de una respiración rítmica, pausada y profunda.
Más para que resulte efectiva, debes comprometerte con todo tu ser en el proceso, y no hacerlo “con piloto automático”.
Ello es: con la primer frase, (Suelto…, laxo…, relajado…), mientras sueltas profundamente el aire por la boca, y repites mentalmente las palabras, visualizas cómo todo tu cuerpo se afloja completamente (ayuda mucho imaginar que el cuerpo está hecho de un gran globo que se desinfla rápidamente, dejando salir el aire por sus picos abiertos, en las puntas de los pies, de las manos, la coronilla y el perineo -en la zona de la pelvis-).
Debes recrear vívidamente la sensación de flojedad, de distensión, de alivio mientras “el globo” se desinfla del todo.
Con las segunda y tercera frase, (“…cada célula en mí, brilla…, / y así, de luz traspasado…”), debes visualizar que cada átomo de tu ser se enciende, como si en tu cuerpo millones de farolitos se prendieran simultáneamente, y un río de luz maravilloso te hace vibrar por entero.
Y con la última frase, (“¡me siento de maravilla…!”), recreas (o “fabricas” deliberadamente, si al principio no surge solo), el sentimiento de un gozo extático, intenso, maravilloso…, una corriente eléctrica de indescriptible plenitud que estremece todo tu ser.
Prueben de hacerlo a conciencia durante 5 minutos…y -como dice el texto-, ¡se sentirán de maravilla!
(Luego, con un poco más de práctica, comprobarán que no hacen falta los cinco minutos: con un par de repeticiones, lograrán ese estado sublime casi al instante -e incluso hasta sin recurrir a las frases: exhalan, y visualizan/provocan el río de luz ).
¡Suerte!