¡Vamos, compañero…, sin prisa…y sin pausa…!,
que aunque no comprendas bien cuál es la causa
de tu despertar,
con esta energía del fotón entrando,
¡todo tu ADN ya se está activando
en ti al respirar!
¡Y es que viene el tiempo de andar alumbrando!,
y ya tu sonrisa nos va anticipando
lo que ha de llegar:
¡un mundo de seres más buenos y sabios…,
de rostros alegres…y en todos los labios
un bello cantar!
¡Vamos, buen amigo, de la voz amable,
del gentil abrazo…, del gesto amigable…,
y el dulce mirar!:
¡eres tu quien logra -con intención pura-,
suavizar la pena más honda y oscura
de quien ves llorar!
Y ese tierno trato que a todos dispensas,
esa forma leve de obviar las ofensas,
y de perdonar,
hacen que tu aura -de forma exquisita-,
irradie un destello que a todos invita
a amar por amar…
Por eso a tu paso va quedando un brillo
-¿será luz de estrellas…, será oro en polvillo…?-,
tras tu caminar…,
y los que te sienten así iluminado,
se van preguntando: “¡¿cómo lo ha logrado?!
¿me querrá enseñar…?”.