Deseo para ti, amigo,
la alegría sin motivo,
sin origen, sin razón…:
la que llega sin aviso,
como llega de improviso
por el aire una canción.

La que surge “porque sí”,
y se apodera de ti
y te pinta una sonrisa…,
y en ese instante glorioso,
de tan pleno y tan dichoso
no cabes en tu camisa…

Y en ese momento de oro
la vida es como un tesoro
que han colocado a tus pies…,
¡y tus ojos cómo gozan…,
porque allí donde se posan
iluminan lo que ves…!

Y es que de un modo concreto
la alegría sin objeto
te cambia la percepción…,
y sucede, simplemente,
que de una forma inocente
es feliz tu corazón…

¡Todo te parece bello!,
y hay en las cosas destellos
de un purísimo color,
y tu conciencia expandida
la reinterpreta a la vida
como un regalo de amor…

¿Me preguntas qué es preciso
para que ese dulce hechizo
toque alguna vez tu puerta…?:
¡solamente la frescura
-con un toque de locura-,
de andar con el alma abierta…!

Si en el tiempo que has vivido
todavía no la has sentido,
¡no pierdas las esperanzas!:
ella está tras de tus huellas…,
tiene un destello de estrellas
y un aroma de la infancia…

…cuando en esos días lluviosos,
tú -¡tan pequeño y dichoso!-,
pensabas sólo en jugar…,
y de papel hacías barcos
que navegaban los charcos
como si fuesen el mar…

Y en medio de tu inocencia
resplandecía tu Esencia
con su exquisito matiz…;
el barquito…, el charco…, el lodo…:
¡qué sencillo que era todo,
y qué fácil ser feliz…!

¡Es ese soplo divino…,
ese aliento diamantino
el que anhelo para ti…,
cuando llega por sorpresa,
y te acaricia y te besa
la alegría “porque sí”…!