“¡Hola, mi amigo…, qué gusto verte!,
¡y qué sorpresa oírte reír!:
es tan común temer la muerte
que me confunde tu transcurrir.”
“Se suponía que en la antesala
de hacer el viaje que nadie quiere,
no es la alegría la que se instala:
¡nadie sonríe cuando se muere!”
“Pero en ti veo, no ese semblante
de quien su ticket tiene marcado,
con pocas horas por adelante,
y comúnmente muy asustado.”
¿Yo, asustado? ¿Por qué motivo
si con mi alma vuelvo a reunirme?;
si en otro Plano sé que revivo,
¿cómo no habría de sonreírme?
¡Partir es bello!, no hay sufrimiento,
es como un sueño del corazón:
serenamente te vas durmiendo,
y entras en otra dimensión.
Allí, vistiendo tu cuerpo astral,
-y ya sin nada que padecer-,
miras lo hecho, -ya bien, ya mal-,
sin juicio alguno, para aprender.
“¿Y cómo sabes esto que adviertes
de una manera tan definida?”
Porque recuerdo mis otras muertes,
y los espacios entre las vidas.
Por eso, ¿sabes?, me asombra el llanto
de los que quieren que siga aquí:
¿por qué es que ustedes se apenan tanto,
si deberían brindar por mí?
Yo ya estoy pleno, ya cumplí un ciclo,
hice las cosas que quise hacer,
y tengo en claro que me reciclo
en esta senda de ir y volver.
Y uno se marcha lleno de paz
-una paz dulce que al alma abraza-,
¡cuando dio todo!, (y no dio más
porque vacía quedó su taza…).
Y hay otra cosa, escucha bien:
en el futuro que ha de venir,
será posible que cada quien
elija el día para partir.
Y en esa instancia particular,
en ese exacto y feliz momento,
de sus vestidos se han de soltar,
¡usando solo el pensamiento!
“Te voy captando, -y aunque es complejo-,
algo entreveo de lo que ves,
más dime, ¿tienes algún consejo
que me ilumine cuando no estés?”
Grábate esto: no hay que aferrarse
ni aún a los seres que más te importan:
¡en otras vidas van a encontrarse!,
¡los lazos puros nunca se cortan!
Y además, busca tu propia gema,
y trata a todos con alegría,
y ve la vida como un poema
al que le pones tu melodía.
¡Y ahora me marcho…!, mi Alma me exige
que ya me quite mi denso abrigo,
más si entendistes lo que te dije,
¡entonces, vamos…, sonríe conmigo!
Mí amado Jorge:
Me encuentro despidiendo de esta vida a la mayor de mis primas-hermanas de 91 años, deja tras de si una descendencia de 41 miembros, entre hijos, nietos y bisnietos.
Así como se asiste al milagro de la vida que se gesta en el vientre de una madre y da a luz.
Así se asiste al milagro de un cuerpo que se apaga para que el alma siga su camino hacia la Luz que la llevará a la vida eterna.
Te amo.
Así funciona la Gran Rueda, mi preciosa Tere; la magia de llegar…, la magia de partir…
Un beso para ti, y mis deseos de un plácido viaje para tu prima…
Deseo que el día que parta de este mundo sea el más feliz y el más dulce de todos mis días.Por eso procuro serlo por si acaso es este día y me voy sonriente a la cama por si soy tranportada a través de un dulce sueño.Gracias por recordarme mi deseo.
Congratulaciones, Edilia!
Pura sabiduría emana de tus palabras!
Un abrazo!
Que hermoso poema Jorge. Me encantó!!!. Desde hace unos años te vengo siguiendo en silencio pero dando gracias a Dios por tus mensajes. Hoy no he podido contenerme y decidí escribirte para darte las gracias por éste y tantos otros poemas que me han transportado a mi esencia, a mi origen. Espero poder conocerte algún día.
Gracias por tu cálido comentario, amigo… (y por seguirme en silencio «desde hace unos años»…), y celebro con alegría que mis poemas te ayuden a transportarte «a tu esencia, a tu origen».
Al mismo tiempo, te agradezco mucho que te hayas decidido a compartirme tu sentir!
Abrazo grande!