Hojas de un libro, tus vidas…;
y en cada página, a pleno,
una existencia vivida
con sus más y con sus menos.

Allí están tus experiencias,
esas que más te marcaron,
y en cada renglón la esencia
de lo que en tu alma dejaron:

sufrimiento… y alborozo…,
templanza… y desolación…,
¡cada pena y cada gozo
que albergó tu corazón…!

Y fuiste madre, guerrero,
ama de casa, pastor,
sacerdotisa, viajero,
hombre santo, pecador…

Y una vida entera dando,
y otra empeñado en quitar…:
¡la dualidad engarzando
las perlas de tu collar!

Y el dolor, como un trasfondo…,
con su oscuridad de abismo…,
aun sabiendo que en el fondo
era sólo un espejismo,

una ilusión fantasmal
que lo hiere al corazón,
¡porque se siente real…
aunque sea sólo ilusión!

Y ahora miras con amor
todo tu libro completo,
y ves un hilo rector
que va hilvanando el libreto.

Y es que en forma definida,
aunque cambian los relatos
a lo largo de tus vidas…
¡es siempre el mismo formato!:

nacer, crecer, y morir…,
descansar en otro plano,
y nuevamente venir
con otro ropaje humano.

Y hoy, que has empezado a ver
por detrás de las edades,
ya no quieres más volver
a esas viejas realidades.

Hoy ya sabes que estás hecho
con polvo de las estrellas
y que tienes el derecho
de marchar tras de otras huellas.

Y es que sientes que en tu vida
se elevó tu vibración,
y ya no tiene cabida
repetir el mismo guión.

Y sin dejarlo a tu traje,
te sales del laberinto,
para escribir otro viaje…
¡en un libro muy distinto!.