Hay una alegría
sin explicación,
que pinta sonrisas
en el corazón.

Y en el regocijo
de ese acontecer,
¡no hay nada de afuera
que tenga que ver!

Puede estar lloviendo
o brillando el sol,
que igual te ilumina
su eterno farol.

De una forma dulce,
sutil, pertinaz,
esa algarabía
te inunda de paz.

Su “motor inmóvil”,
-llama que no quema-,
hace que tu Vida
brille cual diadema.

Y las circunstancias
que marchan a mil,
opacar no pueden
su brillo gentil,

pues no es de este plano
su generador:
¡brota de la Fuente
que hay en tu interior!

Y ella, con su magia,
borra cualquier cruz,
y en su sitio pone
torrentes de luz.

Y está en este instante,
ahora y aquí,
en este momento,
lista para ti.

¡Vamos, compañero…,
déjala surgir…,
deja que te enseñe
de nuevo a vivir…!

¡Deja que te encienda
con su intensidad…,
deja que te llene
de felicidad…!.

¡Y celebra, amigo,
tan precioso don:
el de una alegría…
sin explicación!