Somos los petalitos de una hermosa flor,
olas que viajan juntas en un vasto mar,
matices de un perfecto sol multicolor,
almas que provenimos de un mismo lugar.

Por eso si me gritas te gritas a ti,
y cuando te desdeño, sufro yo el desdén,
y si a veces te elogias, me elogias a mí,
y si acaso me canto, te canto también.

Y aunque parezcamos ir
en distinta dirección,
en el fondo tú ya sabes
que no hay separación.

Y empiezas a recordar
de un modo difuso aún,
que todos somos estrellas
de un firmamento en común.

Y así suavemente vas
alistando el corazón,
para ingresar al umbral
de tu más alta vibración.

Y te puede suceder
en ese instante notar,
que el tiempo se queda quieto,
y solo te nace amar.