-Estoy buscando una persona buena,
para que sea mi amiga…, codo con codo…;
no me importa si es rubia…, o si es morena…,
si es un tanto nerviosa…o si es serena…:
¡me importa que sea buena, por sobre todo!

-“Para mi, no hay persona que no sea buena:
¿no es bueno acaso Alberto…, tan solidario…?”
-Puede ser…, pero arrastra traumas y penas…
-“¿Y que dices de Norma…, sonriente y plena…?”
-Si…, pero tiene un pobre vocabulario…

-“¿Y Juan…, que en lo que emprende nunca fracasa…?”
-Quizás…, ¡pero no tiene nada de santo!
-“¿Y que opinas de Marta…, que se la pasa
ayudando al hermano…, casa por casa…?”
-Había pensado en ella… ¡pero habla tanto!

-“¿Y que piensas de Julio…, que con sus sobres,
reparte la alegría de un buen cartero…?”
-Si…, pero es muy avaro…¡no hay quien le cobre!
-“¿Y Mario…, que cocina para los pobres…?”
-Podría ser…si no fuese tan altanero…

-“¡Hay mucha gente buena en nuestra acera…,
pero tu más bien buscas a alguien perfecto!
¡Tal persona no existe!…, y si la hubiera,
¿piensas que ser amiga ella quisiera
de quien encuentra en todos…, algún defecto?”

“Cuando en el otro vemos su luz prendida,
(en vez de imaginarla siempre apagada),
¡es porque nuestra luz ya está encendida!,
pero tu no concibes eso en tu vida…
porque lo que está a oscuras…¡es tu mirada!”

“Un resplandor dorado brilla sereno,
en todo aquél que ves…, hombre o mujer…,
y destella de un modo sagrado y pleno,
reflejando lo bello…, lo puro…y bueno…,
¡…más sólo ante los ojos…que lo quieren ver…!”