Si es que tu dedo ya se está cansando
de vivir señalando,
y el cruel candado de la reprobación
te cerró el corazón,
verás que va cubriendo tu jardín
una niebla sin fin,
porque una flor ya no puede brotar:
la de “dejar pasar”.
Cuando el reproche, el juicio y la condena
acaparan la escena,
y la censura con la queja empalma,
la que sufre es el alma…
Y el corazón extraña la belleza
de querer con grandeza,
y su ilusión mayor se va apagando:
la de vivir amando…
Si prosigues allí, a contramano,
censurando a tu hermano,
sin comprender que aquí, codo con codo,
estamos juntos todos,
no has entendido que al tratarlo así,
¡te agredes también a ti!.
Y cuando parta aquél que heriste tanto
será inútil tu llanto,
y sumarás al frío de la noche
un triste auto reproche:
“estuve tan centrado en criticarlo
¡que me olvidé de amarlo…!”
"¡Ser consciente de ese daño es lo que más importa…
percibir la enseñanza que está escondida allí…"
Y en ese momento será el alma de tu hermano quien enjuge tu llanto mientras te dice:
¡Yo también te amo a ti!
¡Gracias, Loco de Dios!
(Que dulce que se torna el aire con tu presencia y que gozosa se vuelve la vida con tus melodías)
Gracias por tu cálido comentario, amigo/a.
¡También la vida se vuelve gozosa con tus gentiles aportaciones!
dejar al lado el juicio aunque alguna persona te haga daña y verlo de forma compasiva mas alla de la apariencia, porque vino a mostrarnos algo, todos somos maestros, gracias amigo a soltar viejas rencillas y recelos desde adentro… un abrazo
Gracias por tu lucidez, querida amiga.
¡Bendiciones infinitas!