El dolor enseña…¡y vaya si enseña…!;
sin usar modales de buen profesor,
te estruja…te oprime…te ahoga…y se empeña
en que a su mensaje lo aprendas mejor…

Y siempre aparece de un modo imprevisto
¡cuando más pensamos que todo va bien…!,
surge de repente…casi sin ser visto…,
y así…de la nada…¡te atropella un tren…!

Con cualquier motivo te muestra sus dientes:
…desempleo…quiebras…dudas…acechanzas…
pérdidas…dolencias…crisis…accidentes…
¡que todo le es útil para su enseñanza…!

Y de nada sirven ni llantos, ni ofrendas,
ni súplicas, gritos, demandas o ruegos… :
¡él está empeñado en que al fin aprendas
a andar por la vida ligero de apegos…!

Porque ese dolor que te aprieta fuerte,
¡es un buen amigo que te zamarrea,
para que reacciones…, para que despiertes…,
y salgas del sueño que te boicotea…!

Más…¿vale la pena esperar sumisos
ese latigazo que nos va a golpear…?
¿Necesitaremos estar por el piso
para finalmente poder reaccionar…?

¿No sería más sabio…, más inteligente,
despertarnos antes del golpe brutal…?
¿Estar cada día más y más conscientes,
aquí…en el ahora, puro, atemporal…?

¿Empezar de a poco a vibrar más alto…,
montar en el rayo que va al interior…,
y al fin animarnos a dar ese salto
hacia una Presencia de orden superior…?

¿Comprender que todo es impermanencia,
-¡un río constante de eterno fluír!-,
y ser ese núcleo de la propia esencia
que lo mira todo llegar y partir…?

¿Y observar las cosas desde el cuadro grande…,
ver cada motivo…ver cada razón…,
sentir que la vida se expande…se expande…,
cuando se la vive desde el corazón…?

¡No sería preciso ya dolor alguno…!
¡No habría más lecciones que haya que aprender…!
¡Sería cada día claro, bello y puro…
como es claro y puro cada amanecer…!

Y desde el andamio de tu luz brillante…,
desde tu conciencia expandida y alta…,
cuando cualquier drama quiera merodearte,
le dirías sonriendo…: “¡tú ya no haces falta!”.