Ya se solapan las dimensiones…:
la cuarta asoma por la tercera,
y nos impulsan sus vibraciones
a ver la vida de otra manera…

Cósmicos guiños nos hace el Cielo
cuando de pronto, todo se aquieta…,
¡y una caricia de terciopelo
la eleva al alma como a un cometa…!

El denso “velo del olvido”
se ha vuelto leve, más liviano,
¡y es nuestro Ser más expandido
el que nos toma de la mano!

Y en su conciencia unificada
remonta el vuelo la percepción,
¡y es la visión tan elevada,
como elevada su vibración…!

Lo dual entonces se difumina,
y en el destello de un sólo instante,
nuestro merkaba nos ilumina
con su preciosa luz de diamante…

Y en ese bucle de claro estío,
entre matices de oro y satén,
la Gracia cae como un rocío,
y de algún modo…¡todo está bien!

¡Ya no hay más nada que defender…!,
no hay “tuyo y mío”…, ni confusión…:
¡sólo hay un dulce “dejarse ser”
en la alegría del corazón…!

Son por ahora, sólo momentos…,
-breves islotes atemporales-,
en que otra clase de sentimientos
van reemplazando los habituales…

Y en torno nuestro, no cambia nada:
la mesa es mesa…, la silla es silla…;
¡pero ha cambiado nuestra mirada
que ahora se viste de maravilla!