-Divino…(aquí va el nombre de tu maestro preferido: Jesús, Sai
Baba, Mahoma, Yogananda, Babaji, el que sea)….
déjame besar tus pies de luz, por favor, sublime maestro…y ahora te
suplico me confieras el octavo atributo del amor incondicional: el sabio desapego .

–Sí, querido hijo de luz que te llamas… (aquí va tu nombre)… en esta
vida: nuestro divino Padre te obsequia, por mi intermedio, la gracia
del octavo atributo del amor incondicional: el sabio desapego .

Siente el poderoso rayo de luz que brota de mis manos y de mi pecho y
se dirige al centro de tu segundo corazón, y activa en él la sagrada vibración del sabio desapego…

Siente cómo esta sublime energía se activa y se derrama por todo tu ser…

Siente la fuerza, la belleza y el poder…de este supremo desinterés por las cosas del mundo…de esta sagrada indiferencia…sin anhelos ni deseos…que te lleva a actuar en la vida con generosidad y altruismo…y a desentenderte de los frutos de cualquier acción…

Siente la alegría, la plenitud y la gloria de dar…y dar…y seguir dando…como nosotros te damos a ti…como el Divino Padre nos dá a todos…, sin esperar nada a cambio…sólo por la alegría de dar…, sin expectativas por resultados ulteriores… ( el hecho de dar, ya es su propio resultado : la plenitud de servir…la belleza de amar…la gloria de ser útil…).

Siente el regocijo infinito de irradiar tu luz, sin elección alguna…a todos por igual…desapegado de personas o cosas…sin ataduras de ninguna clase…y contemplando a Dios, en cada hermano del camino…

Yo decreto, querido hijo de luz que te llamas… (tu nombre)…en esta
vida, por el amor infinito que el padre te tiene, que el espíritu del sabio desapego impregne todo tu ser…todo tu ser…todo tu ser…absoluta, total, completamente…absoluta, total, completamente…absoluta, total, completamente. ..aquí, ahora y para siempre…aquí, ahora y
para siempre…aquí, ahora y para siempre…y así es…así es…así es…

FIN