-Divino… (aquí va el nombre de tu maestro preferido: Jesús, Sai
Baba, Mahoma, Yogananda, Babaji, el que sea)….
déjame besar tus pies de luz, por favor, sublime maestro…y ahora te
suplico me confieras el cuarto atributo del amor incondicional: la sublime compasión.

-Sí, querido hijo de luz que te llamas… (aquí va tu nombre)… en esta
vida: nuestro divino Padre te obsequia, por mi intermedio, la gracia
del cuarto atributo del amor incondicional: la sublime compasión.

Siente el poderoso rayo de luz que brota de mis manos y de mi pecho y
se dirige al centro de tu segundo corazón, y activa en él la sagrada
vibración de la compasión sublime…

Siente como esta preciosa energía se activa y se derrama por todo tu
ser…

Siente la fuerza, la belleza y el poder de la sublime compasión…de la misericordia infinita…de esta suprema vibración de piedad ante el sufrimiento de tus hermanos…

Siente cómo se desborda tu corazón de calidez y ternura para consolar al afligido…al angustiado…al que se siente solo y perdido en la aridez del mundo…

Siente la alegría, la plenitud y la gloria de poder confortar, con esta luz del amor incondicional, a los que sufren…a los que lloran…a los que padecen el dolor de estar vivos…a los que han olvidado por un instante su esencia divina…

Siente el regocijo de poder mitigar tanta pena…tanta desolación…tanta tristeza…

Y sin buscarlo, al suavizar el dolor ajeno…también sentís que suavizas el tuyo…porque estamos todos juntos bebiendo de la misma fuente de luz…no hay especiales ni elegidos: todos somos nosotros…todos somos UNO…

Yo decreto, querido hijo de luz que te llamas… (tu nombre)…en esta
vida, por el amor infinito que el padre te tiene, que el espíritu de la sublime compasión impregne todo tu ser…todo tu ser…todo tu ser…absoluta, total, completamente…absoluta, total, completamente…absoluta, total, completamente. ..aquí, ahora y para siempre…aquí, ahora y
para siempre…aquí, ahora y para siempre…y así es…así es…así es…

FIN