Tetraedros enlazados
contrapuestos al girar,
aceleran suavemente
su fantástica espiral.
La Merkaba incrementa
más y más su rotación,
más veloz y más etérea
con cada revolución.
Cada átomo en el cuerpo
pareciera relumbrar,
como si en hebras de luz
se fuera a transfigurar.
Cuánto más veloz el giro,
más fuerte la agitación:
¡al traje carnal le incomoda al fin
soportar tal vibración!.
Y de pronto cegadores
destellos de infinitud,
y el vacío -punto cero-
y oleadas de beatitud.
Remolino y pura calma…,
torbellino y levedad…,
dulce vértigo que me traes
ráfagas de eternidad…
Y así continúa el camino, entre calma y remolino, se percibe y se esfuma, se eleva y decae, para luego fluir con más fuerza. A veces cuesta, a veces no, y de tanta dulzura que guarda, se vuelve cálido y dulce. Gracias, Jorge.
Gracias por tu visita, Stella…, ¡y que disfrutes de tu "remolino personal"!
¡Bendiciones!