Dime por qué corres de tal modo así
como si apremiaran las horas en ti,
como si tuvieras prisa por llegar
a algo ineludible en tiempo y lugar.
Para qué te apuras cuando eres eterno,
si hay algo perenne, ¡ese es tu cuaderno!:
siempre habrá hojas nuevas en cada anochecer
para que tú escribas en cada amanecer.
Si tu alma no sabe qué es un calendario
por qué es que le pones fechas a tu diario,
y día tras día, de urgencia en urgencia,
te vas alejando de tu propia Esencia.
Te ha dado La Fuente su risa juvenil,
con esa frescura de la lluvia de abril,
más para sentirla a esa Primer Causa,
debes por lo menos hacer una pausa.
Estás aprendiendo en tu largo andar,
que esto es solo un sueño, y hay que despertar,
y una dulce forma de despiertitud,
es mirar la vida con otra actitud.
Si un día te frenaras en tu ir y venir,
y usaras entonces mas tiempo en “sentir”,
puede que te llegue casi sin querer,
ese gozo simple de “tan solo ser”…
Recuerdo que un día crucé a un alma antigua,
y al ver su mirada que todo apacigua,
aún corriendo el riesgo de ser indiscreto,
lo indagué, curioso, sobre su secreto.
Y dijo: “si el tiempo me apresura mal,
me imagino quieto junto a un manantial,
y ante el incansable rumor de esa fuente,
siento dentro mío que nada es urgente”.
Mi amado Jorge:
Tienes razón, no hay que ir de prisa, sí cada instante trae una sorpresa hay que saborearla muy lentamente, así el alma se llena de gozo.
Te cuento, estoy en un lugar cálido al nivel del mar y una noche de lluvia me detuve a escuchar el canto de las cigarras, era como una sinfonía que seguía puntualmente una partitura y cada una entraba en la nota que le tocaba teniendo como fondo músical el repiquetear de las gotas de agua.
Y así me quedé por largo rato disfrutando sin prisa aquel bello concierto inusual.
Deja que tu alma venga alguna noche para deleitarte, yo te diré en dónde suelen cantar.
Te amo.
¡Ahhhh…, qué hermoso el cuadro que me compartes!!!
¡Es una verdadera pintura tu mini relato!: hasta me pareció escuchar ese concierto cigarrero entrelazado con la melodía del agua cayendo…
¡Que mágica vivencia la tuya!: te imagino allí, extática, transportada tu alma en esa esencia de deleite puro…
(La mía espera que la tuya le cuente en dónde queda ese sitio encantado).
¡Mil gracias por este bellísimo obsequio!!!
Es un pequeño Estado de la República Mexicana que se llama Colima, con un imponente volcán de fuego muy activo;
Lleno de palmeras cocoteras, y dónde crecen unos árboles majestuosos de maderas preciosas que se llaman parotas y otros gigantes llamados ceibas.
Por doquier se ven árboles de mango, guayaba, aguacate y hasta almendros.
Sus calles son empedradas y sus casas pintorescas.
La comida es muy rica y de gran tradición, entre ellas, los ponches de frutas, el más delicioso es ei de Granada, mis tías lo preparaban.
Tiene un hermoso pueblo mágico, que se llama Comala, la Comala de Juan Rulfo, autor del libro «Pedro Páramo» y de otro de cuentos titulado «El llano en llamas» del cual mi favorito es «No oyes ladrar a los perros» siempre que lo leo me hace llorar.
La gente es cordial y amigable y aquí vive la numerosa familia de mí mamá, por eso la considero mi patria chica.
Tiene costas bañadas por el Pacífico y sus playas son diversas, la más cautivadora es Cuyutlán, donde se levanta una impresionante ola verde como la esmeralda, de vatios metros de altura.
También tiene un puerto muy importante ‘Manzanillo» dónde hace muchos años llegaba la Nao de China.
A mí me encanta el mar y puedo estar contemplándolo por horas enteras y también nadar y montar sus olas que me llevan hasta la orilla.
Los zapatos que yo uso son fabricados por artesanos del lugar, ya sean abiertos, calados o cerrados, son guantes para los pies.
Te podría seguir platicando por horas, pues hay cosas tan líndas.
Hoy te dí un breve recorrido, otro día, si tu quieres, te llevaré de la mano para seguir conociendo tan bello lugar.
Sabes en los portales del centro hay restaurantes al aire libre con sombrillas en las mesas, podríamos sentarnos a disfrutar unos deliciosos mariscos, acompañados de una cerveza artesanal, o un inusual vino de flor de Jamaica riquísimo, y al caer la tarde escuchar musica, mientras te cuento historias que han pasado de generación en generación, acompañadas de un café de altura que se da en las faldas del volcán «El comalteco» de exquisito sabor.
Te dejo todo mí amor y un gran abrazo que dure hasta que nos volvamos a encontrar…..Te amo.
Infinitas gracias, amiga, por esta hermosa narración: tienes un modo de relatar tan gráfico y pintoresco, que lo llevas al oyente a «estar allí», sintiendo cada detalle como si lo presenciara realmente.
Debería haber un «hermoso pueblo mágico» como Comala, en cada provincia de cada país…, para que la gente «de afuera», se llene el corazón por unos días con la divina sencillez del «buen vivir»…
Por otro lado, me encanta esa invitación tan amable que me haces, mi querida Tere…, (y si no llegara a concretarse en esta, seguramente será en otra vida.)
Y ahora te envío, junto con toda mi gratitud, el más cálido de mis abrazos!