¡Dime, Alma mía…, qué es lo que debo hacer?,
y te planteo este interrogante
porque la esencia pura de tu Ser
¡ve la totalidad en cada instante!

Y estoy completamente convencido
de que Tú anhelas que sin vaguedades
te reclame por fin tomar partido…,
¡para acercarme sincronicidades!

Por eso te pregunto…, ¿qué debo hacer?,
bríndame un guiño, un toque, una señal,
que en el transcurso de cada acontecer
me indique el accionar más esencial,
porque nada es más claro, a mi entender,
que la Visión desde Lo Espiritual.

Dame la inspiración súbitamente
de saber que Tú siempre estás conmigo,
y para hacerme de ello aún más consciente
¡fíltrate en cada cosa que hago y digo
que allí mi corazón te hará de puente!

Si sé bien que soy TÚ…, y TÚ eres TODO,
¿es que reviste acaso algún sentido
que me dejes vagando por el lodo
como buscando algo que he perdido?

Respóndeme Alma mía… ¿qué debo hacer
cuando me asalta una preocupación?,
dime al instante cómo proceder
mediante un signo…, o una revelación.

Haz para mí el papel de ese Gurú
que ya irradia esplendor con su presencia,
¡si es que al irme de aquí vuelvo a ser TÚ,
anticípame un sorbo de tu Esencia!

Pon en mis manos siempre un gesto amable,
impúlsame a la acción más adecuada,
¡que sea tu Amor quien por mis labios hable
y sea tu Luz quién brille en mi mirada!

¡Porque quiero servir, usar tu Voz,
sobrevolar la Vida amablemente,
y cuando toque al fin decir adiós,
retornar a ser Uno nuevamente!

Por eso te reitero…, ¿qué debo hacer?:
que sea tu orientación clara y concisa,
y me lleve intuitivamente a ver
la actitud que al momento se precisa.

Tengo Libre Albedrío, sí, lo sé,
más lo suspenderé sin dilaciones,
para que pongas tu Divino Pie
dentro de mí… con tus orientaciones,
pues no se trata de confianza o fe,
si no de potenciar mis intuiciones.

Sé que TÚ honras ese Libre Albedrío,
pero soy yo el que elige hacerlo a un lado:
¡no puede haber más mágico extravío,
ni anhelo más sublime y elevado,
que fundirme en las aguas de tu Río
tan bello, tan bendito y tan sagrado!

Y al ubicarme en ese flujo amante
donde siempre se capta tu Saber,
ya no será preciso que anhelante
te vuelva a preguntar: “¿¡qué debo hacer?!”