Si acaso en tu día a día,
tu mente hiciera añicos
tus sueños más hermosos
con pensamientos chicos,
repítete a ti mismo
con renovado empeño:
“¡soy demasiado grande
para pensar pequeño!”.
Y si ella aún intentara
convencerte en tu vuelo,
de que tus alas sirven
sólo a un metro del suelo,
sostén, mientras te llegan
ecos de Lo Infinito:
“¡soy demasiado grande
para volar bajito!”
Y si quizá una noche
tu confianza flaquease,
y una sombra de duda
pareciera que nace,
dite allí en el silencio
de tu Templo Interior:
“¡soy demasiado grande
para sentir temor!”
Y si siguiera actuando
esa programación,
que te habla falsamente
de tu limitación,
vuelve a decirte entonces
al verte ante el espejo:
“¡soy demasiado grande
para no ver más lejos!”.
¡Tenlo presente, amigo!:
si tu mente porfía
en fabricarte nubes
que mermen tu valía,
y esas nubes lo ocultan
al sol en tu andar diario,
recuérdate a ti mismo
a modo de inventario:
“¡tengo la maravilla
de un corazón abierto,
y algo que es más valioso
que el agua en el desierto:
poseo la fortuna
de amarlo a cada hermano,
y la dicha serena
de tenderle mi mano,
y el supremo alborozo
de mi Luz que se expande,
y todo en mi ser grita:
¡soy demasiado grande!”
Infinitas gracias!!!!!!
Un beso, amiga!
WOW!! La pude amar, Jorge, gracias, gracias, gracias desde México
Felicitaciones por esa activación del Amor, querida Adri!
El Universo entero te celebra y te canta!