¡Bendice diez veces a cada persona que hayas injuriado!
¡Bendice diez veces a cada persona que hayas maldecido!
¡Bendice diez veces a cada persona que hayas ofendido!:
¡tu corazón quiere volver a estar limpio, puro, inmaculado!

¡Hay en ti unas ansias enormes, mi amigo, de vivir sin cargas!,
de soltar los juicios, las reprobaciones y los vituperios…:
¡algo en ti ya sabe que con cada queja, con cada improperio,
tú mismo la vuelves a tu propia vida más triste y amarga!

¡Escucha a tu alma!, siente en el silencio cómo ella te implora,
que seas más amable, que seas compasivo, que seas bondadoso,
que te vuelvas manso donde anteriormente te ponías furioso…,
pero no te pide que lo hagas mañana…: ¡que lo hagas ahora!.

Por eso, mi hermano, déjame decirte, seas tú quien fueses,
que éste es el momento para ir por la vida sin erguirte en juez:
piensa en quien heriste, ponte en sus zapatos, y andando en sus pies,
¡bendícelo, amigo!…, pero no una vez…: ¡bendice diez veces!.

Fin