Mientras sigas creyendo que todo es inmutable,
sólido, contundente, macizo, estructural,
seguirás convencido que es inmodificable
eso que tus sentidos te dicen que es real.

Pero si profundizas detrás de la apariencia,
surgirá en ti de pronto una revelación,
y “verás” que las cosas que capta tu conciencia,
¡son sólo únicamente lo que crees que son!

Comprobarás así, por ti, empíricamente,
algo que ya la Física Cuántica ha demostrado,
y que todos los místicos han dicho desde siempre…,
y es “que la observación, transforma lo observado”.

Percibirás entonces que todo es modelable
porque todo está hecho de energética arcilla,
y es usando esa arcilla, -tan dúctil y maleable-,
como moldeas tus dramas… junto a tus maravillas…

Y allí descubrirás, con gozosa sorpresa,
que eres tú el que a tu mundo lo plasma a cada instante,
y que de ti depende fabricar con presteza
cacharros opacados… o cacharros brillantes…

Y sentirás entonces el regocijo extraño
de saber que las cosas, situaciones y eventos,
para llegar a herirte o a provocarte daño,
¡necesitan de ti…, de tu consentimiento!

Y exclamarás gozoso, desde tu corazón:
“¡yo soy el Alfarero de mi propia existencia!:
la espátula es mi Enfoque…, el torno es mi Intención,
y con mis Vibraciones doy forma a mi experiencia”.

“Y a partir de este instante decido modelar
la más hermosa vida que pueda concebir,
con el alma centrada solamente en amar…,
y el corazón abierto al gozo de vivir!”.