Te invito, mi buen amigo,
a que digas para ti
varias veces en tu día:
“es ahora y es aquí”.

Y mientras así te dices,
inspiras hondo y después,
te contemplas luminoso
de la cabeza a los pies.

En ese momento justo
siéntete pleno, radiante,
y desbordante de Luz,
aunque sea por un instante.

Y no hay milagros en esto,
solo es experiencia viva:
cuando tú te ves radiante
tu Cuerpo de Luz se activa.

“Es ahora y es aquí”:
son solo cinco palabras
pero que pueden lograr
que otro mundo se te abra.

Pues no es que tan solo brillas
en tu visualización:
sabes que se plasma “afuera”
lo que era “imaginación”.

Y si te ayuda enunciarlo
repítete con vehemencia:
“estoy lleno de la Luz
con la que brilla mi Esencia”.

Si lo haces asiduamente
algún día exclamarás:
“esta es la frase más útil
que he pronunciado jamás!”

Y es que es un recordatorio
que te instará, donde estés,
a brillar en ese instante,
¡no en un incierto después!

Bastarán esos minutos
una cuantas veces diarias,
para que ardan suavemente
tus divinas luminarias.

Al darle a tu día inicio
o al terminar la jornada,
cuando andas en bicicleta
o cuando ya no haces nada.

O al contestar un informe,
o en la ducha, o en el bus,
¡qué cualquier momento es bueno,
para activarla a tu Luz!

“La práctica hace al Maestro”,
dice un antiguo aforismo,
y así esta frase-gatillo
hará contigo lo mismo.

Y casi sin darte cuenta
se volverá un mantra diario,
que de a poco, lentamente,
¡te hará ser extraordinario!

Porque llegará el momento
en que su sola mención,
hará que brilles por dentro
cual lámpara de neón.

No lo olvides, compañero,
la Vida espera por ti,
y se acabaron los plazos:
“es ahora y es aquí”.

Y de esta forma sencilla,
irradiando claridad,
te volverás ese faro
que alumbra en la oscuridad.

Y notarás asombrado
algo que no te esperabas:
¡que deja de perturbarte
lo que antes te fastidiaba!

Y no será ni un delirio
ni una loca fantasía:
¡serás tú anclando tu Luz
a lo largo de tu día!

Y dirás entusiasmado:
“ya nada es más importante
que mantener este brillo
que hay ahora en mi semblante”.

Es que en esos breves lapsos
de placidez y de calma,
estarás restableciendo
la conexión con tu Alma.

Y sonriendo le dirás
a tu viejo ser, “¡adios…!”,
porque ahora sabrás qué implica
“hecho a la imagen de Dios”…

Y cuando alguien te pregunte
qué le sucedió a tu andar,
tú le dirás simplemente:
“¡solo me puse a brillar!”