“…no quedo bien hecho…; …te falta osadía…;
…piensas muy confuso…; …no hiciste tu parte…;
…me estás defraudando…; …no lo merecía…;
…me hubiese valido mejor no encontrarte…”

“…fuiste inadecuado…; …no llegaste a tiempo…;
…no te has esmerado…; …estás agresiva…”,
y en definitiva lo que estás diciendo,
es: “¡no estás cumpliendo con mi expectativa!”

¿Pero…, y si aceptaras lo que se presenta,
-personas, eventos, situaciones, cosas…-,
sabiendo por dentro que lo que al fin cuenta,
es amar la espina junto con la rosa…?

¿…y si lo tomaras sin rechazo alguno…,
tal como se muestra…, así…, como es…:
tanto lo apropiado…y lo inoportuno…;
lo que está al derecho y lo que está al revés…?

¿…y si te dijeras: “¡no tiene importancia!:
¡nada que suceda me hará su rehén!;
¡yo soy más valioso que las circunstancias…,
y lo que me llega siempre es para bien!”…?

¿…y si agradecieras lo que allí aparece,
-aunque sea una mancha que opaca el paisaje-,
mientras le susurras: “no me perteneces…,
pero formas parte de mi aprendizaje”…?

¿…y si no tuvieras ni prisas ni urgencias…?
¿…y si en un destello dorado y feliz,
hallaras lo eterno en la impermanencia…,
…y lo luminoso dentro de lo gris…?

¿…y si te dijeras: “la vida es perfecta…,
-escenas y actores, la trama y el guión-,:
¡cada fotograma que se me proyecta
sobre la pantalla de mi corazón!”…?

Cuando no esperamos que lo de allí enfrente
“encaje” en el molde de lo prefijado,
¡que dicha nos llega…!, y entonces se siente
¡lo que siente un preso recién liberado!

¡Y es que se nos abre la prisión interna…!,
ceden los candados de los “deberías”…,
¡y hay fiesta en el alma…!, y una luz eterna
¡nos dice que estamos hechos de alegría…!