Ya no te irrites por insignificancias…;
con el enojo…, tratá de ser muy lento:
cuando más dura sea tu circunstancia,
¡recordá que has venido sólo un momento…!

No permitas que te nublen la visión,
los mil y un roces de la convivencia…:
¡están allí para abrir tu corazón…!
¡recordá que todo expande tu conciencia…!

Ya no te aflijas más por el mañana…!
No te preocupes por lo que ha de pasarte…!
Y si el temor asoma a tu ventana…:
¡recordá que nada puede lastimarte…!

No te pierdas en las minucias de tu día…
No te consumas vanamente en lo externo…
Adentrate en tu celeste melodía…,
¡y recordá otra vez que sos eterno…!