¡Bendito error…!, que llegas a mi senda
para mostrarme el modo de crecer…,
¡tú quitas de mis ojos esa venda
con que los cubro…cuando no quiero ver…!

…y te presentas, con puntada aguda,
-vistiendo los ropajes del dolor-,
en cada vez que escatimé una ayuda…
y en cada gesto que no fue de amor…

La impecabilidad tiene su norma:
ser íntegro y cabal en cada instante…,
y cuando me deslizo de esa horma…,
¡allí apareces tú…, siempre punzante!

Con cincel implacable me esmerilas,
en cada uno de mis desaciertos… :
como al cordero que se perdió en la esquila,
me conduces de nuevo hacia lo cierto…

…y pules, impiadoso, cada arista,
cada faceta de mi equivocación…,
y con tus manos de supremo artista,
¡me vas llevando a mi mejor versión…!

Y porque me confundo…y porque yerro…,
y de cada caída me levanto…,
y porque sé que el hierro afila al hierro…,
¡de ese modo también me vas templando…!

Con la humildad de aquél que se equivoca,
y en ese trance aprende a ser mejor,
hoy quiero levantar alto mi copa
para brindar por ti…¡bendito error…!