Hay una sonrisa callada:
la de la total aceptación,
cuando no hace falta decir nada
pues lo dice todo el corazón…

Para aquél que quiere ir a su encuentro…,
¡es tan simple y fácil de ubicar!,
porque es en el centro de tu centro
donde ella ha fijado su lugar.

Y no te hace falta un instructor,
sólo intención pura se precisa,
para verlo todo con amor,
desde esa callada sonrisa.

Y si es que los vientos de tu suerte
quieren envolverte en sus jaleos
intentando acaso convencerte
de andar entre apuros y ajetreos…,

ella te dirá en su mansedumbre…:
“…para qué luchar y competir,
cuando no hay más meta ni más cumbre
que el eterno gozo de vivir…”.

Y se te hará claro y evidente
que no te hace falta ya la prisa,
porque cada instante es para siempre
cuando se ha alcanzado esa sonrisa…

Y de su esplendor dulce y sereno,
y de su ternura sin medida,
ella hará brotar en tu terreno
las flores más bellas de la vida.

Entra en tu sonrisa callada,
y cuando te envuelva su paz,
sabrás en el alma, camarada,
que no necesitas nada más…