¿En dónde se ha escondido la belleza?
¿Por qué es que me dejó sin su esplendor?
¿Por qué las aves vuelan sin grandeza,
y las flores perdieron su color?

¡Por favor…, les suplico que me avisen
si alguien acaso la llega a cruzar!:
sin ella estoy desesperado y triste…,
¡incluso hasta me cuesta respirar…!

Ya sé que tiene mucho de inocente,
y que a veces se pierde por allí,
pues le gusta mezclarse con la gente
envuelta en rayos de oro y de rubí.

Anciano…, tú que tanto has caminado,
que tantas aguas miraste pasar…,
¿no has visto ese fulgor tan delicado
que su estela de luz deja al andar?

¿No detectaste su fragancia hermosa…,
o ese dulce candor que tanto admiro…,
o ese brillo de estrellas y de rosas
que en el alma nos dejan un suspiro…?

¡No entiendo bien lo que te pasa, abuelo!
¿Por qué es que actúas de este modo así?
¿Por qué es que lo has tomado a ese espejuelo
y lo sostienes enfrente de mí?

“Perdona mi poca delicadeza
si mi maniobra te parece brusca,
pero es que solo se halla la belleza
en la mirada de aquél que la busca.”

“Se ven opacos objetos y gentes
si la mirada no es limpia y es pura,
más si los ojos son transparentes,
¡todo en el mundo sabe a hermosura!”

“Y es que siempre, de un modo u otro modo,
lo que contemplas es tu proyección,
por eso, para ver belleza en todo,
¡primero ha de ser bello el corazón!