Si vas de un lado al otro con tu ansiedad a cuestas
buscando que te aclaren lo que te pasa aquí,
y deambulas, amigo, sediento de respuestas…,
¡has olvidado que ellas ya están dentro de ti!

¡Y es que aprendiste tanto en tu peregrinaje!,
¡fueron tantos los roles que has tenido que actuar!,
y cada escena nueva, cada cambio de traje,
te dio un conocimiento preciso y singular.

Has sabido el oficio de componer canciones,
de traer vida al mundo…, y de hacerla partir…,
de navegar los mares…, de imponer tus razones…,
de aferrarte a las cosas… y de dejarlas ir…

Y tuviste talentos como nadie los tuvo:
de artista, de soldado, de genio, de orador;
fuiste sacerdotisa…, fuiste esclavo en el yugo,
y exploraste hasta el fondo el odio…y el amor.

Y hubo vidas de luchas, saqueos y reyertas,
en donde en el de enfrente veías a un enemigo…,
pero también las hubo de ir con el alma abierta,
y “el otro” era tu hermano… ¡un solo ser contigo!

Y tuviste existencias de místico y de asceta
en las que investigabas los invisibles planos,
allí donde bucean demiurgos y profetas
en busca de lo oculto, lo secreto y lo arcano.

Tus vidas defectuosas te aportaron templanza…,
y tus vidas brillantes, el sabor de la gloria;
supiste de fracasos…, supiste de esperanzas…,
¡y todo está guardado en el “chip” de tu historia!

Pero has hecho a un costado tamaña biblioteca,
y hoy vives cual si hubieras empezado de cero,
y olvidas que esta vida que a veces suena a hueca,
¡no es siquiera en tu Libro, ni un capítulo entero!

¡Acude a ese saber que late en tu ADN,
sin que nadie te diga cómo, por qué, ni cuándo!,
y usa el conocimiento que tu Ser ya contiene…,
¡porque eres tú el Maestro que estabas esperando!