¡¿Quién dijo que “el afuera” es inmutable,
que no tienes poder sobre las cosas
pues “lo real” es inmodificable
tanto en sus tramas simples o grandiosas?!

¡Eso nunca fue cierto, compañero!:
es solo una versión que no te calza
pues no tiene el más mínimo asidero
al asentarse en una visión falsa.

Tú tienes el poder, amigo mío,
de trasformar lo amargo en agradable,
y de tornar radiante lo sombrío
¡porque tu realidad es manejable!

Cuando logras por fin de ti adueñarte,
¡a tus espaldas se coloca el viento!,
y nada puede ya obstaculizarte
al escogerlos tú a tus pensamientos.

Y es que lo que contemplas, camarada,
es tan solo una “banda de frecuencia”,
que se vuelve verdad en tu mirada
¡porque tu percepción la hace creencia!

¡Ya sabes…!, tu conciencia es energía
que crea un campo a tu alrededor,
y cuando la utilizas como guía
siempre te orienta a la elección mejor.

Y así lo que tú esperas toma forma
pues con solo esperarlo, ¡lo agigantas!,
tu expectativa se aferra a una norma:
aquello en lo que piensas, ¡eso imantas!

Por eso tu Intención es poderosa
y cuando afinas bien su sintonía,
allí en donde sea que se posa,
¡fabrica para ti una “sincronía”!

Y al impregnar de Luz cualquier instancia
con la simpleza con que lo hace un Faro,
empiezas a moldear tu circunstancia
sin que eso te parezca extraño o raro.

¡Y qué felicidad sale a tu encuentro
cuando ya no te atrapa “lo chiquito”!:
al actuar desde el centro de tu Centro,
¡se expresa a través tuyo Lo Infinito!

Por eso si la Vida un día cualquiera
te mostrase su rostro más aciago,
introduce tu mano en tu galera
tal como lo hace un verdadero Mago.

Más no para sacar de allí un conejo
como quién crea algo de la nada,
sino para otra clase de festejo:
¡transformarlo al limón… en limonada!