Te propongo una utopía:
que de nadie pienses mal,
y que veas en los otros
su inocencia primordial.

¡Sí!, tu jefe es un tirano,
tu pareja te fue infiel,
tu vecino es un chismoso
y ya no puedes con él.

Más si en ellos ves incordio,
déjame plantearlo así:
¿en dónde se halla el problema?,
¿está en ellos… o está en ti?

Y si al oír mi propuesta,
consideras que te engañas
al pensar afablemente
de aquél que crees que te daña,

y presumes que no es justo
pasar por alto su daño,
déjame que te pregunte:
¿dónde reside el engaño?

¡Tu mirada es la que crea!:
tú eliges tu realidad,
tú fabricas en tu mente
tu versión de la verdad.

Porque no existe “una sola”:
ella es en sí relativa
a si miras los sucesos
desde abajo… o desde arriba.

Cuando miras “desde abajo”,
usas la Ley del Talión,
¡y el que sale lastimado
es tu propio corazón!

Pero al mirar “desde arriba”
ya no puede haber desdén,
¡y qué paz sientes por dentro
al elegir pensar bien!.

Y es porque tu corazón,
cuando piensas bien de todos,
va irradiando una energía
que no irradias de otro modo.

Es una luz amorosa
que abraza, que gratifica,
que empodera a las personas,
y las nutre y dignifica,

y que también ve inocencia
en quien te insulta o te ofende,
¡porque no saben lo que hacen
en su accionar inconsciente!

Y el efecto más notable
de subirte en este tren,
es que el pensar bien de todos,
¡te hace a ti sentirte bien!

¡Ya verás que sí funciona!,
por eso es que en este día,
mi querido compañero,
te propongo esta… ¿utopía?!