¡Hoy, tienes sólo este día!,
¿qué piensas hacer con él?:
¿revestirlo de alegría…,
o actuar un triste papel…?
La decisión siempre es tuya,
¡tú tienes libre albedrío!:
puedes gritar ¡aleluya!,
o ignorar tu poderío.

¡Hoy, tienes sólo este día!,
(¡tan breve como fugaz!),
¿lo verás con simpatía…
o acaso te amargarás?!
Puedes dejar que transcurra
como tantos, tibiamente,
o puedes gritarle “¡hurra,
te viviré intensamente!”

¡Hoy, tienes sólo este día!
del alba al anochecer,
encuentra en él su poesía…
¡y no lo dejes de hacer!
Que cuando haces que tus ojos
se posen más en lo bello,
en vez de esparcir despojos,
¡vas esparciendo destellos!

¡Hoy, tienes sólo este día!,
para darte… y para dar…,
¡y tu corazón ansía
abrirse de par en par!
Y si es tu dar espontáneo,
no das sólo al que está allí:
con tu acto, en simultáneo,
¡también te estás dando a ti!

¡Hoy, tienes solo este día!,
¿el mañana?, ¡indescifrable!:
bien puede ser de armonía,
o ser, (tal vez), lamentable.
Y aunque traiga tu jornada
su propia impronta y matiz,
recuérdalo, camarada,
¡es tu elección ser feliz!

¡Hoy, tienes sólo este día!,
¡hazle sitio a tu expansión!,
y elévala a tu energía
a su mayor vibración.
Que cuando tú más expandes
tu frecuencia vibratoria,
¡la vuelves más y más grande
a esta vida transitoria!

¡Hoy, tienes sólo este día!,
¿y si tal vez fuese acaso
-como una cruel ironía-,
el último de tu mazo?
Entonces, amigo amado
si hoy estás…, y luego no,
¿qué más hermoso legado
que amar como nadie amó?

Por eso, con ello en mente,
¡toca ya tu melodía!,
pues hoy por hoy, ciertamente,
¡sólo tienes este día!