“¡Si pudiera volver el tiempo atrás!”,
susurraba, ladeando la cabeza,
y brillaba en sus ojos la tristeza
del que se marcha…sin sentirse en paz…;
y una vez…y otra vez…y una vez más,
el eco de ese eco lo envolvía,
y mirando a su amigo, repetía,
de manera apagada y pertinaz…:

“¡Si pudiera volver el tiempo atrás,
pasaría por alto tantas cosas!:
me enfocaría más en ver las rosas
que las espinas que hay en los demás…,
…y de manera cálida y vivaz,
en vez de criticar…¡elogiaría!,
y en el lugar del otro me pondría…,
¡y lo comprendería mucho más!

¡Si pudiera volver el tiempo atrás,
le haría un altar, aquí en mi corazón,
a la bendita y dulce aceptación
que nos hace vivir sin antifaz!,
porque hoy vislumbro -de modo perspicaz-,
que sólo fui feliz cuando di amor…,
y me pregunto -en medio del dolor-:
¨de amar mejor… ¿¡por qué no fui capaz…?!¨

¡Si pudiera volver el tiempo atrás,
mi verbo sería dulce y delicado,
y si hace falta, quedaría callado,
para no herir a nadie ya jamás!;
(¡cuántas veces, de un modo contumaz,
-preso de algún rencor en sus resabios-,
dejé que se escapara de mis labios
esa palabra que lastima más!)

¡Si pudiera volver el tiempo atrás,
sería menos formal…, menos ¨correcto¨,
y abrazaría lo incierto y lo imperfecto
de manera más lúcida y tenaz!,
y dejaría de usar tanto disfraz:
saldría a caminar cuando diluvia…,
y en los charquitos que forma la lluvia,
¡chapotearía como un niño más!

¡Si pudiera volver el tiempo atrás,
elegiría vivir sin tanto peso…,
con menos compromiso…y con más beso…,
sin anclas que me atasen por detrás!,
y sería más loco y más audaz…,
y a mi adorada la tomaría del talle,
para bailar un vals en plena calle
¡como si no importase nada más!

¡Es la vida tan breve…, tan fugaz…,
y pasa tan veloz su desvarío!,
que por eso te pido, amigo mío,
a ti, -que tienes tiempo por demás-:
¡olvida lo que fuiste…o que serás…,
y entrégate a vivir a cada instante…!,
y nunca te dirás -ya agonizante-:
¡si pudiera volver el tiempo atrás…!”.