Si es que estás cansado
de cargar al hombro
el fardo pesado
del alma hecha escombros…,
y ya la fatiga
de vivir te aplasta,
te abruma y castiga
hasta decir basta…

Si es que ese cansancio
se arrastra en tus pies,
y se vuelve rancio
cada día del mes…,
y te desesperas
sin ningún motivo,
porque en lo que vieras
no hallas atractivo…

Si estás agotado
de mirar al suelo…,
¡porque has olvidado
como alzar el vuelo…!
y ya tu mirada
proclama, vencida,
que en forma apagada
se te va la vida…

¡Entonces, amigo
debes de saber,
que no hay tal “castigo”
en tu padecer!:
la desarmonía
que en ti se aposenta,
¡es por tu energía
que vibra muy lenta!

Pero de igual modo
que en la oscuridad
un fósforo solo
pone claridad,
la luz que tu llevas
en tu corazón,
¡le pone alas nuevas
a tu vibración!.

Por eso te ruego
que vayas al fondo
de tu Ser… y luego
que respires hondo…,
y al fulgor que escondes
lo irradies, constante,
hasta que te ronde
un aura brillante…

Sentirás entonces
que te has liberado
de hierros y bronces
de tantos candados…,
y que la Esperanza
te dice al pasar:
“¡elige la danza
que quieras danzar…!”.

Y allí…, traspasado
de inefable luz,
te dirás pasmado:
“¡se esfumó mi cruz…!”