¡No te aferres a nada! ¡No te aferres a nadie!
¡Ni siquiera a tus padres…, ni siquiera a tus hijos…!
¡Amalos con el alma…, -que eso no es aferrarse…-,
pero a la vez dejalos que marchen a su arbitrio!

¡Nadie nos pertenece!…, y en un eterno enroque,
nos juntamos de a ratos… -como hacen los amigos…-,
y cambiamos de roles…, y tal vez hoy nos toque
ser los padres de quienes ayer fuimos los hijos…

Y mañana quizás seremos los hermanos
de aquellos que antes fueron nuestra esposa…o marido…,
¡que no tiene importancia los envases que usamos,
porque de todos modos…el perfume es el mismo!

Y cuando en la “entrevidas”…, como seres radiantes
nos vamos reencontrando…¡cantamos y reímos…!,
y nos felicitamos: “¡hiciste bien de ¨amante¨!”,
“¡y tu de ¨hija rebelde¨!”…, “¡y tu, de ¨mal marido¨!”

Compañeros de juegos de un curso interminable,
no somos ni el que nace…ni el que ya está marchito…:
¡somos seres de luz en un viaje insondable…!,
¡almas que vuelan juntas por un cielo infinito!

Y porque ese amor puro trasciende las edades…,
…y porque no se puede separar lo ya unido…,
al pasar por la Tierra, no hace falta aferrarse…,
¡ni siquiera a los padres…, ni siquiera a los hijos…!