¡A mí tú no me engañas…!
¡La soledad te pesa…!:
¡esa llaga profunda
del hombre y la mujer…!,
y acaso como a todos
te envuelve en su tristeza,
en la melancolía
de cada atardecer…

¡A mí tú no me engañas…!
¡Conozco tu secreto…!
¡Sé de tu sed profunda
por hallar el amor…!,
ese amor apacible,
delicado y discreto…
¡que cure tus heridas
y lo ahuyente al dolor…!

¡A mí tú no me engañas…!,
aunque te finjas fuerte…,
y ocultes la costura
de cada cicatriz…,
yo sé que muchas veces
has pensado en la muerte…,
¡de tanto que te cuesta
ser un poco feliz…!

¡A mí tú no me engañas…!
¡Conozco tu amargura…!
y sé de la nostalgia
que hay en tu corazón…
Sé que en tus noches tristes,
solitarias y oscuras…
¡le pides a tu alma
que cante tu canción…!

( Si pudiera filtrarme
en esa melodía,
-en sus notas bañadas
de amor y de bondad-,
llegaría hasta tu lado
y allí te pediría…
¡que aprendas dulcemente
a amar tu soledad…! )